Imagino que no os descubriré nada si os digo que París es una ciudad maravillosa, pero tras visitarlo he de decir que es uno de esos viajes obligatorios... ¡Nadie debería morir sin visitarlo! Sí, todo el mundo sabe que es una ciudad muy bella, con lo que el factor sorpresa se pierde en gran medida, pero aún así quedé absolutamente fascinada. La amplitud de sus avenidas, la elegancia de sus edificios, la riqueza de sus museos, la fastuosidad de sus monumentos... No hay palabras para describirlo.
La Torre Eiffel, el barrio de Montmartre con la catedral de Sacre Coeur, Nottre Damme, los Campos Eliseos, el Louvre, el Sena, la Opera, las islas, el barrio latino, la plaza de la Concordia... Y -¡cómo no!- la zona de Pigalle, visita obligada para curiosos y viciosillos.
Pasé una semana impresionante, eso sí, pateando una barbaridad, pero mereció la pena. Un consejo: Aunque sea alo más caro coged un hotel céntrico con una buena cama en la que descansar y poner en práctica eso de que París es “la ciudad del amor”. En la comida podéis ahorrar fácilmente aunque sea comprando en supermercados y haciendo bocatas o en los baratos restaurantes del barrio Latino. Buen viaje, vampirillos míos.
Categoría: Escapadas
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